Las relaciones en su mayoría se sustentan, en estos días, en el concepto de sacrificio. Esto comienza con los padres, los padres de los padres, y aun mas. Así, quien primero te enseño acerca del sacrificio fueron tus padres. Ellos te mostraron que las relaciones se sustentan en el sacrificarse por un otro. Y ese otro, al tu por él sacrificarte, lógicamente debe estar agradecido por ese sacrificio, porque si no lo esta, el sacrificio no ha valido la pena, entonces la culpa de haberse sacrificado es del otro.
Y como debe el sacrificio ser agradecido? Pues lógicamente con otro sacrificio: sacrificio por sacrificio. Yo me sacrifico por ti, tu te sacrificas por mi. Debes premiar mi sacrificio con el tuyo propio.
Existe un fuerte sustento en la malinterpretación del símbolo cristiano de la crucifixión, donde Jesús se sacrifico por nosotros, nosotros pecadores. Nosotros pecadores debemos entonces nosotros por él (y por nuestras relaciones) sacrificarnos, lavando a través del sacrificio nuestras culpas.
Pero el sacrificio trae implícito, indefectiblemente, el concepto de incoherencia interna. No puede existir el uno sin el otro, de otra manera no estaríamos hablando de sacrifico. Si me sacrifico, debe haber algo en mí que estoy sacrificando.
Y qué es ese algo que estoy sacrificando?
Ni mas ni menos que mi propia verdad.
Sacrifico mi propia verdad en pos de un otro. Entonces hago aquello que no deseo, y aquello que deseo es sacrificado.
Esto es la incoherencia interna. Y la incoherencia interna no lleva a otra cosa que al sufrimiento y a la enfermedad. La incoherencia en diferentes niveles llega a la incoherencia a nivel del cuerpo emocional, del cuerpo mental, del cuerpo físico. El dolor emocional manifiesta la incoherencia a nivel del cuerpo emocional.
La ansiedad y la depresion manifiestan la incoherencia a nivel del cuerpo mental.
Los sintomas fisicos manifiestan la incoherencia a nivel del cuerpo físico.
La perfección de los mecanismos por los que se rige cada célula, cada molécula, cada partícula en la naturaleza es distorsionada, volviéndose estos mecanismos incoherentes (la incoherencia en estos mecanismos tiene, no obstante, un fin en sí mismo, siendo parte de un “programa” que viene a hacer visible, a denunciar la incoherencia en la que estamos viviendo determinada situación.)
En otro nivel explicativo, la incoherencia interna implica, hacer oídos sordos a los mensajes de la sabiduría del espíritu, del Yo superior, de la propia verdad. La recta flecha es entonces desviada y el mensaje distorsionado. La incoherencia es entonces vivida a través del sufrimiento, la duda permanente, el dolor emocional.
Las relaciones deben, por esta razón, dejar de ser relaciones cimentadas en el sacrificio para transformarse canales limpios que permitan la manifestación de la verdad que cada uno de nosotros ha venido a entregar en esta existencia. Cada cual tiene la suya, su propia verdad, única e irrepetible.
Pero si crees que a ti mismo debes sacrificar en pos de un otro, no es por otra razón que por la existencia de la culpa. Te sientes culpable.
Pero de donde viene esa culpa? Es una culpa ancestral, que fue implantada en ti cuando eras muy pequeño, y aun antes de ser concebido, a través de las culpas que cargaban tus padres y tus abuelos, y tal vez los padres de tus abuelos también…
Sientes entonces que debes sacrificarte por aquel por quien te sientes culpable. Así, si tu madre se sentía culpable ella misma, proyectaba esta culpa en ti (indefectiblemente), sintiéndose culpable por ti, haciendo entonces por ti un sacrificio, y enseñándote de esta manera a vivir en el sufrimiento que la incoherencia acarrea. Porque sacrificio y sufrimiento son inseparable, como gemelos siameses por el cerebro unidos. Incoherencia y sufrimiento, gemelos siameses inseparables.
Porque tu madre al sacrificarse por ti implantó en ti la culpa, haciendo que tu sintieras que por ella debías también sacrificarte (y tu madre se transformo, más adelante, en todas y cada una de tus relaciones)
A lo largo de la vida entonces proyectas a tus padres en todas tus relaciones. Te sientes culpable, siempre por algún otro, porque te sientes tu mismo culpable. Es la culpa vieja, arcaica.
Debes perdonarte
Y van así sacrificándose de generación en generación, reproduciendo la cadena de la culpa que los mantiene amarrados a su árbol genealógico, transformándolo en cadena.
Expiar la culpa te libera de la necesidad de sacrificio, permitiéndote entrar en coherencia contigo mismo, con tu propia verdad, la verdad que has venido a manifestar. Pero en tanto exista la noción de sacrificio, esta verdad es obstaculizada, porque es justamente tu propia verdad aquello que estas sacrificando.
Para liberarte del sacrificio debes entonces expiar la culpa
Vamos a desglosar la lógica de la culpa un poco más, como aumentando la potencia de la lente del microscopio. Pongamos pues a la culpa en el portaobjeto y analicémosla por partes.
Culpa: Tu no mereces que un otro sufra por ti. Muchas veces (la mayoría de ellas) asumes que el actuar en coherencia con tu propia verdad podría hacer sufrir al otro (decir si cuando quieres decir no, sonreir cuando no quieres, aceptar una invitación a desgano, etc, etc, etc….), y si al otro haces sufrir, puede que entonces el otro deje de quererte. Entonces, para que el otro no deje de quererte, debes evitar el riesgo de que sufra, y este aliviarle el sufrimiento al otro implica actuar en incoherencia, es decir, sacrificar tu verdad en pos del otro.
Dedicas entonces tu vida entera a sacrificar tus verdades con el objetivo de ser aceptado por aquellos con quienes te relacionas (cuanto más cercanas las relaciones, más fuerte es la atracción de las garras del sacrificio).
Te vuelves entonces incoherente, y tu incoherencia alimenta mas incoherencia, y como una onda expansiva el sacrificio se reproduce de forma indefinida, engendrando sufrimiento a cada paso que tu das.
Volviendo al papel que juega el dolor en la toma de conciencia de la demencia de este mecanismo (en forma de enfermedad, sufrimiento o cualquier otra forma en la que el dolor se manifieste), la incoherencia interna se refleja en la incoherencia a nivel de los cuerpos mental, emocional y físico, sobreviniendo entonces la enfermedad, que viene a poner en evidencia la incoherencia con tu propia verdad. La enfermedad se vuelve entonces una aliada, porque viene a enseñarte el sendero del no sacrificio a través de la coherencia, que es el sendero de tu propia verdad.
Todo sacrificio es incoherencia, y toda incoherencia genera enfermedad. Porque el sacrificio no puede surgir más que parte de una mente dividida y una mente dividida es una mente enferma. Una mente enferma no puede más que crear un cuerpo enfermo.
Es así que la enfermedad viene a señalar el sendero hacia aquellos aspectos de la mente a ser sanados a través de la integración. La sanación de la mente conlleva entonces la sanación del cuerpo físico.
La enfermedad viene entonces a potenciar tu propia verdad. Allí donde la sientes débil, la enfermedad le da fuerza.
La enfermedad "te pone en peligro", y ante el peligro la culpa se desvanece. Mediante la desaparición de la culpa el sacrificio pierde sentido, y cuando dejas de creer en el sacrificio, el sacrificio de desvanece. Y cuando el sacrificio se desvanece, tú conectas con tu propia verdad.
Es este el poder sanador de la enfermedad.
Cae así la falsa creencia en el sacrificio y el poder creador retorna a ti. Tu re-creas tu realidad mediante tu propia verdad, y eso es el Paraíso.
La enfermedad puede así volverse una llave de entrada al Paraíso.
Y cuando tu realidad re-creas, la realidad de todo aquel a tu alrededor es re-creada. Porque, y en consecuencia (ambos a la vez) la realidad que tu percibes es otra.
Eres así artista y creador de tu realidad, en coherencia con tu verdad.
Déjate entonces llevar de la mano por la enfermedad
Ella te guiara por el camino donde la culpa y el sacrificio pierden su sentido, y solo en ese camino tu puedes re-conectar con tu propia verdad.
Y como debe el sacrificio ser agradecido? Pues lógicamente con otro sacrificio: sacrificio por sacrificio. Yo me sacrifico por ti, tu te sacrificas por mi. Debes premiar mi sacrificio con el tuyo propio.
Existe un fuerte sustento en la malinterpretación del símbolo cristiano de la crucifixión, donde Jesús se sacrifico por nosotros, nosotros pecadores. Nosotros pecadores debemos entonces nosotros por él (y por nuestras relaciones) sacrificarnos, lavando a través del sacrificio nuestras culpas.
Pero el sacrificio trae implícito, indefectiblemente, el concepto de incoherencia interna. No puede existir el uno sin el otro, de otra manera no estaríamos hablando de sacrifico. Si me sacrifico, debe haber algo en mí que estoy sacrificando.
Y qué es ese algo que estoy sacrificando?
Ni mas ni menos que mi propia verdad.
Sacrifico mi propia verdad en pos de un otro. Entonces hago aquello que no deseo, y aquello que deseo es sacrificado.
Esto es la incoherencia interna. Y la incoherencia interna no lleva a otra cosa que al sufrimiento y a la enfermedad. La incoherencia en diferentes niveles llega a la incoherencia a nivel del cuerpo emocional, del cuerpo mental, del cuerpo físico. El dolor emocional manifiesta la incoherencia a nivel del cuerpo emocional.
La ansiedad y la depresion manifiestan la incoherencia a nivel del cuerpo mental.
Los sintomas fisicos manifiestan la incoherencia a nivel del cuerpo físico.
La perfección de los mecanismos por los que se rige cada célula, cada molécula, cada partícula en la naturaleza es distorsionada, volviéndose estos mecanismos incoherentes (la incoherencia en estos mecanismos tiene, no obstante, un fin en sí mismo, siendo parte de un “programa” que viene a hacer visible, a denunciar la incoherencia en la que estamos viviendo determinada situación.)
En otro nivel explicativo, la incoherencia interna implica, hacer oídos sordos a los mensajes de la sabiduría del espíritu, del Yo superior, de la propia verdad. La recta flecha es entonces desviada y el mensaje distorsionado. La incoherencia es entonces vivida a través del sufrimiento, la duda permanente, el dolor emocional.
Las relaciones deben, por esta razón, dejar de ser relaciones cimentadas en el sacrificio para transformarse canales limpios que permitan la manifestación de la verdad que cada uno de nosotros ha venido a entregar en esta existencia. Cada cual tiene la suya, su propia verdad, única e irrepetible.
Pero si crees que a ti mismo debes sacrificar en pos de un otro, no es por otra razón que por la existencia de la culpa. Te sientes culpable.
Pero de donde viene esa culpa? Es una culpa ancestral, que fue implantada en ti cuando eras muy pequeño, y aun antes de ser concebido, a través de las culpas que cargaban tus padres y tus abuelos, y tal vez los padres de tus abuelos también…
Sientes entonces que debes sacrificarte por aquel por quien te sientes culpable. Así, si tu madre se sentía culpable ella misma, proyectaba esta culpa en ti (indefectiblemente), sintiéndose culpable por ti, haciendo entonces por ti un sacrificio, y enseñándote de esta manera a vivir en el sufrimiento que la incoherencia acarrea. Porque sacrificio y sufrimiento son inseparable, como gemelos siameses por el cerebro unidos. Incoherencia y sufrimiento, gemelos siameses inseparables.
Porque tu madre al sacrificarse por ti implantó en ti la culpa, haciendo que tu sintieras que por ella debías también sacrificarte (y tu madre se transformo, más adelante, en todas y cada una de tus relaciones)
A lo largo de la vida entonces proyectas a tus padres en todas tus relaciones. Te sientes culpable, siempre por algún otro, porque te sientes tu mismo culpable. Es la culpa vieja, arcaica.
Debes perdonarte
Y van así sacrificándose de generación en generación, reproduciendo la cadena de la culpa que los mantiene amarrados a su árbol genealógico, transformándolo en cadena.
Expiar la culpa te libera de la necesidad de sacrificio, permitiéndote entrar en coherencia contigo mismo, con tu propia verdad, la verdad que has venido a manifestar. Pero en tanto exista la noción de sacrificio, esta verdad es obstaculizada, porque es justamente tu propia verdad aquello que estas sacrificando.
Para liberarte del sacrificio debes entonces expiar la culpa
Vamos a desglosar la lógica de la culpa un poco más, como aumentando la potencia de la lente del microscopio. Pongamos pues a la culpa en el portaobjeto y analicémosla por partes.
Culpa: Tu no mereces que un otro sufra por ti. Muchas veces (la mayoría de ellas) asumes que el actuar en coherencia con tu propia verdad podría hacer sufrir al otro (decir si cuando quieres decir no, sonreir cuando no quieres, aceptar una invitación a desgano, etc, etc, etc….), y si al otro haces sufrir, puede que entonces el otro deje de quererte. Entonces, para que el otro no deje de quererte, debes evitar el riesgo de que sufra, y este aliviarle el sufrimiento al otro implica actuar en incoherencia, es decir, sacrificar tu verdad en pos del otro.
Dedicas entonces tu vida entera a sacrificar tus verdades con el objetivo de ser aceptado por aquellos con quienes te relacionas (cuanto más cercanas las relaciones, más fuerte es la atracción de las garras del sacrificio).
Te vuelves entonces incoherente, y tu incoherencia alimenta mas incoherencia, y como una onda expansiva el sacrificio se reproduce de forma indefinida, engendrando sufrimiento a cada paso que tu das.
Volviendo al papel que juega el dolor en la toma de conciencia de la demencia de este mecanismo (en forma de enfermedad, sufrimiento o cualquier otra forma en la que el dolor se manifieste), la incoherencia interna se refleja en la incoherencia a nivel de los cuerpos mental, emocional y físico, sobreviniendo entonces la enfermedad, que viene a poner en evidencia la incoherencia con tu propia verdad. La enfermedad se vuelve entonces una aliada, porque viene a enseñarte el sendero del no sacrificio a través de la coherencia, que es el sendero de tu propia verdad.
Todo sacrificio es incoherencia, y toda incoherencia genera enfermedad. Porque el sacrificio no puede surgir más que parte de una mente dividida y una mente dividida es una mente enferma. Una mente enferma no puede más que crear un cuerpo enfermo.
Es así que la enfermedad viene a señalar el sendero hacia aquellos aspectos de la mente a ser sanados a través de la integración. La sanación de la mente conlleva entonces la sanación del cuerpo físico.
La enfermedad viene entonces a potenciar tu propia verdad. Allí donde la sientes débil, la enfermedad le da fuerza.
La enfermedad "te pone en peligro", y ante el peligro la culpa se desvanece. Mediante la desaparición de la culpa el sacrificio pierde sentido, y cuando dejas de creer en el sacrificio, el sacrificio de desvanece. Y cuando el sacrificio se desvanece, tú conectas con tu propia verdad.
Es este el poder sanador de la enfermedad.
Cae así la falsa creencia en el sacrificio y el poder creador retorna a ti. Tu re-creas tu realidad mediante tu propia verdad, y eso es el Paraíso.
La enfermedad puede así volverse una llave de entrada al Paraíso.
Y cuando tu realidad re-creas, la realidad de todo aquel a tu alrededor es re-creada. Porque, y en consecuencia (ambos a la vez) la realidad que tu percibes es otra.
Eres así artista y creador de tu realidad, en coherencia con tu verdad.
Déjate entonces llevar de la mano por la enfermedad
Ella te guiara por el camino donde la culpa y el sacrificio pierden su sentido, y solo en ese camino tu puedes re-conectar con tu propia verdad.
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