Los
sentidos nos permiten captar la energía del Espíritu desde diferentes frecuencias
de vibración (estos términos continúan activando nuestra izquierda manera
de pensar, por lo que ya dejan de ser adecuados, pero siguen siendo usados como
transición en nuestra profundización de la conciencia). De esta manera, nuestros
sentidos no son más que la percepción de la energía desde un punto particular
de encaje de la conciencia (el término punto de encaje fue utilizado por Don
Juan Matus, maestro de Carlos Castaneda, y creo que es una metáfora, un subtitulo, un señalador, que permite aproximarnos bastante al “concepto”
de lo que intento transmitir (aunque claramente no sea un concepto) .
Cuando
trascendemos la percepción a través de los sentidos, esto significa que se ha
corrido nuestro punto de encaje.
Trascender
la imagen de sí es trascender la tercera dimensión o, lo que es lo mismo, trascender
la dualidad es trascender la imagen de sí.
Muere
a cómo te conoces a ti mismo.
Conócete
en tu esencia.
Conócete
en La Esencia
Reconócete
La Esencia
Practiquemos
entonces todo aquello que nos permita mover nuestro punto de encaje.
Practiquemos la coherencia. Coherencia entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos.
Manifestemos nuestra esencia.
Permitamos a la Esencia que a través de nosotros se manifieste.
Porque cuanto menos nos manifestamos en esencia,
mas nos fijamos al viejo punto de encaje. Esta es la distracción de la que mucho
se habla.
Veamos pues el origen de la palabra distracción.
Distracción: del latín distractio, distractionis (separación,
división en múltiples vías, desunión), del verbo distrahere (tirar en
direcciones contrarias o divergentes)
Estamos
siendo traídos hacia la comprensión y la distracción de ella nos separa. A
más fuerte el llamado, más fuerte la distracción.
Mover el punto de encaje no es mas que pasar de la razón al corazón (el camino con corazón del que habla Don Juan Matus).
Cuando
no estamos estorbados por la razón, sabemos exactamente aquello que debemos
hacer. Esto es estar al acecho. Es saber exactamente lo que debemos hacer y ser
con ello impecables.
Pero
el acecho no se da a través del pensamiento porque: “Quién es aquel que acecha
al pensamiento?”.
Para
acechar al pensamiento debemos volvernos menos racionales, hacer aquello que
dicta el corazón, por mas irrazonable
que parezca. Esto es la impecabilidad, el no pecado. Es el acecho del jaguar.
Así,
acechémonos como acecha el jaguar.
Cuanto
menos familiar, cuanto más ajeno a nosotros mismos nos resulte aquello que sintamos o querramos
hacer, más cerca de mover el punto de encaje estaremos si no interferimos con
la razón. Cuanto más interpretaciones tenga mos de la realidad, menos de la
Realidad estaremos viendo.
A veces, las más fuertes y amenazantes situaciones son aquellas que nos hacen perder nuestra historia personal.
Ver es practicar el perfecto no hacer, cuando a uno es perseguido por el jaguar.
La
aceptación del dolor en el momento de mayor dolor.
Porque en la aceptación del dolor esta la comprensión de que no hay dolor.
Es por esto que Ver no es más que percibir la realidad desde un punto diferente de encaje dentro de nosotros mismos.
Y así, cuando Vemos, sabemos que no hay tal cosa como nosotros mismos.
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