miércoles, 21 de mayo de 2014

Del punto de encaje y el acecho


Los sentidos nos permiten captar la energía del Espíritu desde diferentes  frecuencias de vibración  (estos términos continúan activando nuestra izquierda manera de pensar, por lo que ya dejan de ser adecuados, pero siguen siendo usados como transición en nuestra profundización de la conciencia). De esta manera, nuestros sentidos no son más que la percepción de la energía desde un punto particular de encaje de la conciencia (el término punto de encaje fue utilizado por Don Juan Matus, maestro de Carlos Castaneda, y creo que es  una metáfora, un subtitulo, un señalador,  que permite aproximarnos bastante al “concepto” de lo que intento transmitir (aunque claramente no sea un concepto) .
Cuando trascendemos la percepción a través de los sentidos, esto significa que se ha corrido nuestro punto de encaje.
Trascender la imagen de sí es trascender la tercera dimensión o, lo que es lo mismo, trascender la dualidad es trascender la imagen de sí.

Muere a cómo te conoces a ti mismo.
Conócete en tu esencia.
Conócete en La Esencia
Reconócete La Esencia

Practiquemos entonces todo aquello que nos permita mover nuestro punto de encaje. Practiquemos la coherencia. Coherencia entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos.

Manifestemos nuestra esencia. 
Permitamos a la Esencia que a través de nosotros se manifieste.

Porque cuanto menos nos manifestamos en esencia, mas nos fijamos al viejo punto de encaje. Esta es la distracción de la que mucho se habla.
Veamos pues el origen de la palabra distracción.
Distracción:  del latín distractio, distractionis (separación, división en múltiples vías, desunión), del verbo distrahere (tirar en direcciones contrarias o divergentes)
Estamos siendo traídos hacia la comprensión y la distracción de ella nos separa. A más fuerte el llamado, más fuerte la distracción.
Mover el punto de encaje no es mas que pasar de la razón al corazón (el camino con corazón del que habla Don Juan Matus).
Cuando no estamos estorbados por la razón, sabemos exactamente aquello que debemos hacer. Esto es estar al acecho. Es saber exactamente lo que debemos hacer y ser con ello impecables.
Pero el acecho no se da a través del pensamiento porque: “Quién es aquel que acecha al pensamiento?”.
Para acechar al pensamiento debemos volvernos menos racionales, hacer aquello que dicta el corazón,  por mas irrazonable que parezca. Esto es la impecabilidad, el no pecado. Es el acecho del jaguar.
Así, acechémonos como acecha el jaguar.
Cuanto menos familiar, cuanto más ajeno a nosotros mismos nos resulte aquello que sintamos o querramos hacer, más cerca de mover el punto de encaje estaremos si no interferimos con la razón. Cuanto más interpretaciones tengamos de la realidad, menos de la Realidad estaremos viendo.
A veces, las más fuertes y amenazantes situaciones son aquellas que nos hacen perder nuestra historia personal. 
Ver es practicar el perfecto no hacer, cuando a uno es perseguido por el jaguar. 

La aceptación del dolor en el momento de mayor dolor. 
Porque en la aceptación  del dolor esta la comprensión de que no hay dolor.
 Es por esto que Ver no es más que percibir la realidad desde un punto diferente de encaje dentro de nosotros mismos. 
Y así, cuando Vemos, sabemos que no hay tal cosa como nosotros mismos.

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