miércoles, 14 de mayo de 2014

"Cuando el alumno está listo..." (parte II)


"Cuando el alumno está listo, el maestro aparece."
Muchas veces escuché esta frase durante mi vida, pero comencé a prestarle verdadera atención cuando comencé esa  búsqueda que muchos hemos emprendido en algún momento de nuestras vidas, dejando la comodidad de las costumbres y lo preestablecido para salir en búsqueda de “nosotros mismos”.
Pues bien, desde entonces es que estuve buscando al maestro. “Cuándo estaré lista?” me preguntaba incansablemente. “Como reconoceré a mi maestro?”.
Y a medida que me iba encontrando con diversos personajes en el camino me entraba la duda: “Será mi maestro este indio barbudo que me hace respirar y recitar mantras sin parar?”, o “Será este hombre de medicina tan sabio como salvaje que en la selva me ofrece la sagrada medicina de las plantas?”. “Será este buen hombre de gorro cilíndrico y largas polleras que me enseña una técnica para girar sobre mi misma durante horas sin marearme?”, o “Sera esta mujer que con solo mirarme sabe quien fui en innumerables vidas pasadas?”
En fin, buscaba y buscaba, y los supuestos maestros aparecían sin parar…pero yo seguía preguntando.
Hasta que un día dejé de buscar, y la respuesta apareció.
Y  no era la respuesta que yo esperaba. Mi maestro no era un indio con ojos de niño y barba, ni un potente chaman amazónico. No era derviche citando sabiamente a Rumi, ni una mujer mensajera del Espíritu. 
Me di cuenta de que nunca hubiera encontrado la respuesta desde mi mente, comparando niveles de maestría, colores de vestido o grado de conexión con la naturaleza…
Comprendí que la respuesta venia desde dentro, estaba en mi interior aún desde antes de haber comenzado a preguntar... 
   
Entonces se me ocurre hacerte una propuesta, y la propuesta es ésta:
Deja de preguntar dónde estará tu maestro. 
En cambio, te ofrezco una lista de preguntas. Tal vez sean éstas la que te traigan alguna respuesta, quien sabe...
Observa a tu alrededor, observa tus relaciones, tu entrono, tus percepciones, y hazte las siguientes preguntas:

Qué es aquello que más te agrada de quien tienes enfrente?
Cuáles son los aspectos que más atractivos encuentras?
Qué es aquello que más te irrita, aquello que más te molesta, aquello que más te incomoda?

Y yendo aún un poco más lejos…

Cómo catalogas a las personas que tienes a tu alrededor?
Como las calificas?
Cómo las defines?
Cómo las ves?

Supongamos que tú y tu compañero de trabajo comparten un mismo jefe. Puedes estar seguro de que el jefe que tú ves no es el mismo jefe que ve tu compañero. Quizás compartan algunas percepciones, pero el retrato mental que ambos tengan de ese jefe será abismalmente diferente en la mayoría de los casos.

Y a qué va todo esto?

Tengo una compañera de trabajo que se llama María. Si alguien me preguntara qué aspecto de María encuentro más atractivo, yo respondería, su sentido de la responsabilidad. Y si me preguntaran qué características menos me agradan, más me molestan, más me irritan, mi respuesta sería: su envidia, su competitividad, su intolerancia al error.
Puedo tomar también el caso de un amigo muy cercano (por suerte tengo mucho espejo reflejándome de cerca). Si me preguntaran cuáles son aquellos aspectos de mi amigo que más me agradan, mi respuesta seria: su espiritualidad tan natural e intrínseca. Y si me preguntaran qué es lo que menos me agrada, yo respondería: su temor al qué dirán, su incapacidad de decir no, su ridícula auto desvalorización (ay, ésta sí que me molesta!).

Pues decido entonces invertir la cámara (una cámara imaginaria, digamos) como quien filmando un video de viaje se filma a si mismo haciendo un comentario acerca de un paisaje o una situación divertida…
 …entonces me veo a mi misma.
Y qué me encuentro?
 Que soy yo misma la competitiva, la intolerante al error. Yo misma soy quien siente que los demás saben más o pueden más, y muchas veces es justamente esa comparación la que me genera envidia.  Dicho sea de paso, mi padre era intolerante a mis errores (y a los suyos propios, por supuesto), y mi madre se desvalorizaba enormemente frente a los demás. Podría acaso esto ser de otra manera?

Entonces aquí estoy, sentada mirando la filmación, viendo la cámara alternar entre los demás y yo misma. Y registro la imagen, y queda claro como el agua que tanto los aspectos que más me molestan de mi compañera de trabajo como aquellos que más me agradan, aquellas características de mi amigo que más admiro como aquellas que más rechazo son justamente los aspectos que viven en mí misma, y que al estarme tan ocultos me deben ser reflejados por aquello que yo llamo “los demás”.
Entonces comienzo a ver que en la película en realidad no hay muchos actores
Hay un solo actor, mejor dicho una actriz
Y soy yo misma.
Soy yo misma proyectada en cada uno de los actores…parecen muchos, pero al mirarlos con atención (Atención), veo en cada uno de ellos, todos y cada uno de ellos tiene mi rostro…se funden todos y cada uno en en mi persona.
Y pareciera como que de pronto aparecen unos subtítulos que me hablan bien clarito y sin palabras a la vez…
Y leo y leo y leo, y no me canso de leer…que todo aquello que catalogo en un otro, no hace más que mostrarme un aspecto de mí misma que a mí misma me está oculto. Que cada uno de nosotros cataloga diferentes aspectos de una misma persona, dependiendo quien juzga la realidad, esa realidad se convierte en tal. Así, existen tantas realidades como percepciones existan de la realidad.
Y de golpe, así de repente, comprendo, de manera más tangible eso que dicen de que  el universo es mente.

Mente Verdadera

Verdaderamente 


Porque en aquel que tu puedes ver alguien aburrido, yo lo puedo inteligente, y algún otro vera a alguien confiado de sí mismo. Entonces la pregunta es: quién es verdaderamente ese alguien que estoy viendo? Quién tiene la razón? Cuál es la realidad?
Pues la realidad no es más que la percepción que de la realidad cada uno tiene.

Hay tantas realidades como percepciones de la realidad existen.

Por todo esto aquí va mi consejo:
Todo aquello que catalogues en un otro, velo en ti mismo, en una u otra polaridad, desde la luz o desde la sombra.
Cada aspecto que ves en tu “realidad externa” no está más que dentro de tí mismo. No puede ser de otra manera. Si no estuviera dentro de tí mismo no podrías verlo en el afuera. Porque tu realidad no es más que una proyección de tí mismo. Eres tú mismo el creador de tu propia realidad. Una vez más, una comprensión más tangible de esta afirmación.
Así pues, la realidad será de tí la manifestación más plena cuantos más aspectos de esa “realidad externa” identifiques en tí mismo. El aprendizaje será exponencial. Cuantos más momentos de tus días, cuantas más situaciones y relaciones utilices como maestros, más cerca estarás del conocimiento. Porque el conocimiento llega mediante la comprensión de la no dualidad.
Entonces, no te identifiques con ninguna emoción. Y sé con ello impecable.
 Esto es la neutralidad. La comprensión de la no dualidad.
Tal vez esta “fabula/koan” que tomé prestada te ayude a comprender:

Estás en un árbol de manzanas que crece en las paredes de un precipicio. Arriba te espera un león hambriento y abajo un cocodrilo también hambriento ¿Qué haces?

Me como una manzana”, responde el sabio.


Esta es la perfecta neutralidad.

El maestro es entonces como un cristal transparente que refleja a quien tiene enfrente. El maestro echa luz sobre todo aspecto nuestro a ser iluminado. El maestro nos ve en su transparencia y nos muestra todo aquello que ha de ser mostrado.
Así, cuando el alumno está listo, el maestro aparece.

Veamos pues la definición de la palabra aparición.

“Aparición: manifestación de aquello que estaba oculto.”

Lo ves? No es que antes no existía, solo te estaba oculto. Antes no lo veías. Ahora lo ves. Siempre estuvo allí. Porque el maestro eres tú mismo.

Obsérvate a tí mismo en los otros, porque en tí está el maestro que te mostrará el camino. En tí está la luz. Déjala brillar a través de tu sombra. Eres tú quien decide cuándo. Es tu elección vivir la luz o vivir la oscuridad.
Eres tú el creador de tu propia realidad.  “Cosas más grandes haréis, y cosas más impresionantes veréis (…)”, decía Jesús, y me imagino que pocos fueron los que comprendieron.

Volviendo a los juicios que haces del otro, de dónde vienen estos juicios? De dónde vienen aquellas categorías de acuerdo a las que catalogas tu realidad externa?  
Tu manera de ver el mundo, de catalogarlo, de categorizarlo, de juzgarlo, viene tus padres, de los padres de tus padres, de los padres de los padres de tus padres…El juicio va a la sombra del árbol. El juicio, el secreto se transmite a través de la cadena genealógica…y se manifiesta, una y otra vez, en forma de eslabones de esa cadena.

Mientras escribía esto, cayó un poco del helado que estaba comiendo en un almohadón donde yo estaba sentada. Y, obviamente, el almohadón se manchó. Entonces comenzaron a escribirse estas palabras:
“En esa mancha en el sillón observa la polaridad. La culpa, eslabón de tu infancia, y la travesura, lo que debes potenciar. Observa la luz y la sombra en cada situación y habrás trascendido la dualidad. Es esto vivir en el Tao, la contradicción.”

Veamos pues la definición de contradicción: 

"Contradicción: negación y afirmación que se enfrentan una a la otra, y recíprocamente se destruyen."

Así, al verlas las destruyes. El Tao es la plena contradicción. La luz en la sombra. La sombra en la luz.

Así, pues, si los padres han trascendido el juicio, el secreto, la incoherencia, los hijos vivirán en la coherencia. Si los padres han vivido en el juicio, en el secreto, en la incoherencia, pues los hijos vivirán en la incoherencia.
Por ejemplo, si aunque tus padres estuvieran mal, permanecían juntos, tú absorbes esa incoherencia. Así, cuando devienes adulto, te comportaras igual que tus padres.
Trasciende entonces la incoherencia, trasciende el secreto, trasciende el juicio.
Cuando un miembro del árbol transmuta la realidad, es capaz de sanar a todo el árbol. A través de tu propia sanación estarás sanando tu realidad. Habrá en ti una sanación que estará disponible a todo el mundo.

Así, cuando en tu realidad ves el camino, tu propia realidad comienzas a sanar. Ves allí el camino, y ves que el creador de ese camino eres tú.



Y comprendes, y esta vez sabes que realmente has comprendido, por primera vez, aquella frase que tantas veces habías escuchado pero nunca verdaderamente oído: “Cuando el alumno está listo, el maestro aparece.”

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