"Cuando el alumno está listo, el maestro aparece."
Muchas
veces escuché esta frase durante mi vida, pero comencé a prestarle verdadera atención
cuando comencé esa búsqueda que muchos hemos emprendido en algún momento de nuestras vidas,
dejando la comodidad de las costumbres y lo preestablecido para salir en búsqueda
de “nosotros mismos”.
Pues
bien, desde entonces es que estuve buscando al maestro. “Cuándo estaré lista?” me
preguntaba incansablemente. “Como reconoceré a mi maestro?”.
Y
a medida que me iba encontrando con diversos personajes en el camino me entraba la duda: “Será mi maestro este indio barbudo que me hace respirar y recitar mantras sin parar?”, o “Será este
hombre de medicina tan sabio como salvaje que en la selva me ofrece la sagrada
medicina de las plantas?”. “Será este buen hombre de gorro cilíndrico y largas
polleras que me enseña una técnica para girar sobre mi misma durante horas sin
marearme?”, o “Sera esta mujer que con solo mirarme sabe quien fui en
innumerables vidas pasadas?”
En
fin, buscaba y buscaba, y los supuestos maestros aparecían sin parar…pero yo seguía preguntando.
Hasta
que un día dejé de buscar, y la respuesta apareció.
Y
no era la respuesta que yo esperaba. Mi maestro no era un indio con ojos de niño y barba, ni un potente chaman amazónico. No era derviche citando sabiamente a Rumi, ni una mujer mensajera del Espíritu.
Me di
cuenta de que nunca hubiera encontrado la respuesta desde mi mente, comparando niveles de maestría,
colores de vestido o grado de conexión con la naturaleza…
Comprendí que la respuesta venia desde dentro, estaba en mi interior
aún desde antes de haber comenzado a preguntar...
Entonces se me ocurre hacerte una propuesta, y la propuesta es ésta:
Deja de preguntar dónde estará tu maestro.
En cambio, te
ofrezco una lista de preguntas. Tal vez sean éstas la que te traigan alguna
respuesta, quien sabe...
Observa a tu alrededor, observa tus relaciones, tu entrono, tus percepciones, y hazte las siguientes preguntas:
Qué
es aquello que más te agrada de quien tienes enfrente?
Cuáles
son los aspectos que más atractivos encuentras?
Qué es aquello que más te irrita, aquello que más
te molesta, aquello que más te incomoda?
Y
yendo aún un poco más lejos…
Cómo catalogas a las personas que tienes a tu
alrededor?
Como
las calificas?
Cómo
las defines?
Cómo
las ves?
Supongamos
que tú y tu compañero de trabajo comparten un mismo jefe. Puedes estar seguro
de que el jefe que tú ves no es el mismo jefe que ve tu compañero. Quizás
compartan algunas percepciones, pero el retrato mental que ambos tengan de ese
jefe será abismalmente diferente en la mayoría de los casos.
Y
a qué va todo esto?
Tengo
una compañera de trabajo que se llama María. Si alguien me preguntara qué aspecto
de María encuentro más atractivo, yo respondería, su sentido de la responsabilidad.
Y si me preguntaran qué características menos me agradan, más me molestan, más me irritan, mi
respuesta sería: su envidia, su competitividad, su intolerancia al error.
Puedo
tomar también el caso de un amigo muy cercano (por suerte tengo mucho espejo
reflejándome de cerca). Si me preguntaran cuáles son aquellos aspectos de mi
amigo que más me agradan, mi respuesta seria: su espiritualidad tan natural e
intrínseca. Y si me preguntaran qué es lo que menos me agrada, yo respondería:
su temor al qué dirán, su incapacidad de decir no, su ridícula auto
desvalorización (ay, ésta sí que me molesta!).
Pues
decido entonces invertir la cámara (una cámara imaginaria, digamos) como quien
filmando un video de viaje se filma a si mismo haciendo un comentario acerca de
un paisaje o una situación divertida…
…entonces me veo a mi misma.
Y
qué me encuentro?
Que soy yo misma la competitiva, la intolerante
al error. Yo misma soy quien siente que los demás saben más o pueden más, y
muchas veces es justamente esa comparación la que me genera envidia. Dicho sea de paso, mi padre era intolerante a
mis errores (y a los suyos propios, por supuesto), y mi madre se desvalorizaba
enormemente frente a los demás. Podría acaso esto ser de otra manera?
Entonces
aquí estoy, sentada mirando la filmación, viendo la cámara alternar entre los
demás y yo misma. Y registro la imagen, y queda claro como el agua que tanto
los aspectos que más me molestan de mi compañera de trabajo como aquellos que más
me agradan, aquellas características de mi amigo que más admiro como aquellas
que más rechazo son justamente los aspectos que viven en mí misma, y que al estarme
tan ocultos me deben ser reflejados por aquello que yo llamo “los demás”.
Entonces
comienzo a ver que en la película en realidad no hay muchos actores
Hay
un solo actor, mejor dicho una actriz
Y
soy yo misma.
Soy
yo misma proyectada en cada uno de los actores…parecen muchos, pero al mirarlos
con atención (Atención), veo en cada uno de ellos, todos y cada uno de ellos
tiene mi rostro…se funden todos y cada uno en en mi persona.
Y
pareciera como que de pronto aparecen unos subtítulos que me hablan bien
clarito y sin palabras a la vez…
Y
leo y leo y leo, y no me canso de leer…que todo aquello que catalogo en un otro,
no hace más que mostrarme un aspecto de mí misma que a mí misma me está oculto.
Que cada uno de nosotros cataloga diferentes aspectos de una misma persona,
dependiendo quien juzga la realidad, esa realidad se convierte en tal. Así, existen
tantas realidades como percepciones existan de la realidad.
Y
de golpe, así de repente, comprendo, de manera más tangible eso que dicen de
que el universo es mente.
Mente Verdadera
Verdaderamente
Porque
en aquel que tu puedes ver alguien aburrido, yo lo puedo inteligente, y algún otro
vera a alguien confiado de sí mismo. Entonces la pregunta es: quién es verdaderamente
ese alguien que estoy viendo? Quién tiene la razón? Cuál es la realidad?
Pues
la realidad no es más que la percepción que de la realidad cada uno tiene.
Hay
tantas realidades como percepciones de la realidad existen.
Por
todo esto aquí va mi consejo:
Todo
aquello que catalogues en un otro, velo en ti mismo, en una u otra polaridad, desde
la luz o desde la sombra.
Cada
aspecto que ves en tu “realidad externa” no está más que dentro de tí mismo. No
puede ser de otra manera. Si no estuviera dentro de tí mismo no podrías verlo
en el afuera. Porque tu realidad no es más que una proyección de tí mismo. Eres
tú mismo el creador de tu propia realidad. Una vez más, una comprensión más tangible
de esta afirmación.
Así
pues, la realidad será de tí la manifestación más plena cuantos más aspectos de
esa “realidad externa” identifiques en tí mismo. El aprendizaje será exponencial.
Cuantos más momentos de tus días, cuantas más situaciones y relaciones utilices
como maestros, más cerca estarás del conocimiento. Porque el conocimiento llega
mediante la comprensión de la no dualidad.
Entonces,
no te identifiques con ninguna emoción. Y sé con ello impecable.
Esto es la neutralidad. La comprensión de la
no dualidad.
Tal
vez esta “fabula/koan” que tomé prestada te ayude a comprender:
“Estás en
un árbol de manzanas que crece en las paredes de un precipicio. Arriba te
espera un león hambriento y abajo un cocodrilo también hambriento ¿Qué haces?
…
Me como una manzana”, responde el sabio.
Esta es la perfecta neutralidad.
El
maestro es entonces como un cristal transparente que refleja a quien tiene
enfrente. El maestro echa luz sobre todo aspecto nuestro a ser iluminado. El
maestro nos ve en su transparencia y nos muestra todo aquello que ha de ser
mostrado.
Así, cuando el alumno está listo, el maestro aparece.
Veamos pues la definición de la palabra aparición.
“Aparición: manifestación de aquello que estaba oculto.”
Lo ves? No es que antes no existía, solo te estaba
oculto. Antes no lo veías. Ahora lo ves. Siempre estuvo allí. Porque el maestro
eres tú mismo.
Obsérvate a tí mismo en los otros, porque en tí está el maestro
que te mostrará el camino. En tí está la luz. Déjala brillar a través de tu
sombra. Eres tú quien decide cuándo. Es tu elección vivir la luz o vivir la
oscuridad.
Eres tú el creador de tu propia realidad. “Cosas más grandes haréis, y cosas más
impresionantes veréis (…)”, decía Jesús, y me imagino que pocos fueron los que
comprendieron.
Volviendo a los juicios que haces del otro, de dónde
vienen estos juicios? De dónde vienen aquellas categorías de acuerdo a las que
catalogas tu realidad externa?
Tu manera de ver el mundo, de catalogarlo, de
categorizarlo, de juzgarlo, viene tus padres, de los padres de tus padres, de
los padres de los padres de tus padres…El juicio va a la sombra del árbol. El
juicio, el secreto se transmite a través de la cadena genealógica…y se manifiesta,
una y otra vez, en forma de eslabones de esa cadena.
Mientras escribía esto, cayó un poco del helado que
estaba comiendo en un almohadón donde yo estaba sentada. Y, obviamente, el
almohadón se manchó. Entonces comenzaron a escribirse estas palabras:
“En esa mancha en el sillón observa la polaridad. La
culpa, eslabón de tu infancia, y la travesura, lo que debes potenciar. Observa
la luz y la sombra en cada situación y habrás trascendido la dualidad. Es esto
vivir en el Tao, la contradicción.”
Veamos pues la definición de contradicción:
"Contradicción: negación y
afirmación que se enfrentan una a la otra, y recíprocamente se destruyen."
Así, al verlas las destruyes. El Tao es la plena
contradicción. La luz en la sombra. La sombra en la luz.
Así, pues, si los padres han trascendido el juicio, el
secreto, la incoherencia, los hijos vivirán en la coherencia. Si los padres han
vivido en el juicio, en el secreto, en la incoherencia, pues los hijos vivirán
en la incoherencia.
Por ejemplo, si aunque tus padres estuvieran mal,
permanecían juntos, tú absorbes esa incoherencia. Así, cuando devienes adulto,
te comportaras igual que tus padres.
Trasciende entonces la incoherencia, trasciende el
secreto, trasciende el juicio.
Cuando un miembro del árbol transmuta la realidad, es
capaz de sanar a todo el árbol. A través de tu propia sanación estarás sanando
tu realidad. Habrá en ti una sanación que estará disponible a todo el mundo.
Así, cuando en tu realidad ves el camino, tu propia
realidad comienzas a sanar. Ves allí el camino, y ves que el creador de ese
camino eres tú.
Y comprendes, y esta vez sabes que realmente has comprendido,
por primera vez, aquella frase que tantas veces habías escuchado pero nunca verdaderamente oído: “Cuando el alumno está listo, el maestro aparece.”
MUCHAS GRACIAS !!!
ResponderBorrarGracias a vos por permitirme compartir!
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