domingo, 13 de abril de 2014

Proyección de la ilusión (I)


Mirando a través del corazón un nuevo mundo veremos. Sabremos cuando estemos viendo a través del corazón porque una intensa sensación de paz nos invadirá . Sentiremos que la mente ya no interfiere y la visión del corazón nos guiará a ver aquello que queremos ver. 

Veremos, entonces, que todo está en constante movimiento. Nuestra mente querrá fijarnos en una imagen, y allí querremos quedar, como estacados. Querremos desde allí buscar respuestas. Pero el camino, o “las respuestas”, como llamamos al camino recto, no llegarán en tanto las busquemos con la mente.
La mente nos aleja del camino. Porque el camino es movimiento, y la mente busca lo estático, aquello que no existe. 

Nos daremos cuenta de que todo este tiempo habíamos pensado estar viendo. Pero en absoluto era así . Habíamos cedido el control a la mente, y era ella quien, a través de los sentidos físicos, pensaba estar viendo.

Desde el corazón verdaderamente verá

La mente nos cuestionará: “Has visto durante tanto tiempo a través mío que todo aquello que no sea por mí producido es ilusión, es falso, es sugestión”. Volveremos entonces a la mente, a buscar a través de ella las respuestas.
Lo que no vemos es que las respuestas están frente a nuestros ojos, justo allí delante nuestro. Las respuestas son el camino recto. La Respuesta. 
Si decidiéramos abrir los ojos del corazón, no podríamos creer no haberla visto antes. Es que vivíamos nuestras vidas a través de una pantalla de proyección, por eso no podíamos verla.

Proyección por delante
Proyección por detrás

Creíamos que esa proyección éramos nosotros, porque así nos había sido dicho desde tiempos ancestrales. Nunca habíamos abierto los ojos hasta ahora. Mirábamos el mundo solo a través de la proyección.

Proyección hacia el futuro
Proyección hacia el pasado.

Eran las mismas proyecciones hacia adelante y hacia atrás, nuestra única intervención era reproducirlas. Y así durante muchas vidas sucesivas. Arrastrando viejas imágenes y proyectándolas delante nuestro, una y otra vez.
Proyectándolas en todas nuestras relaciones. 
Proyectando así nuestra propia realidad y de esta manera re-creándola.  

Pero el futuro puede ser proyección del pasado solamente en tanto estemos dormidos. Solo cuando despertemos veremos que delante nuestro no existe la proyección de una pantalla, tampoco por detrás. Percibiremos, en cambio, una brillante luz a través del corazón.

El camino del corazón se hace paso en el espacio entre los pensamientos.


(continúa en parte II)

  

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