Así como en nuestra manera de percibir el mundo existo
yo y existe "el resto", otra forma en que expresamos esta manera de percibir es
haciendo referencia al mundo como conformado por yo y por “los demás”.
Una vez más, si desglosamos la expresión (y no
requiere demasiado desglose más que prestar atención a su estructura), la expresión
“los demás” tare implícito el concepto de que estoy yo y está el resto que esta
“de más”. Aquello que no soy yo esta de más, aquello que no soy yo sobra.
Debo entonces excluir todo aquello que no soy yo…porque
yo soy suficiente (si algo esta demás, es porque sin ese algo lo que hay ya es
suficiente). Excluyo de esta manera todo aquello que no es “yo”, excluyo a los demás, justamente porque están de más.
Es esta la raíz del ataque.
Y si, al igual que con el concepto del “resto”,
profundizamos mas allá de la primer capa de entendimiento, vemos que una vez más
la raíz de todo ataque se basa en la idea primigenia de la separación, por un lado estoy yo, por el otro los demás.
Así pues, de todo “el resto” que no es yo debo
defenderme porque me resta y a todo “lo demás” que no son yo debo atacar por
estar de más.
De esta manera defensa y ataque surgen ambos y a la
vez como hijos primogénitos del miedo, que surge a su vez de la idea primigenia
de la separación.
De esto surge entonces que solo identificando aquello de lo que creemos debemos
defendernos, y registrando aquello a lo
que creemos debemos atacar es que podemos ver de frente nuestros miedos…y a través
de la visión de la estructura básica de estos miedos logramos trascender la ilusión de la separación.
Deja entonces de existir “el resto”, y dejan de existir “los demás”.
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