domingo, 13 de abril de 2014

EJERCICIO I: Las emociones en el cuerpo

La mayor parte de los dolores de cabeza que cada vez más personas experimentan, no son provocados más que por temor y enojo, ambos enquistados en el cuerpo. El temor se aloja en los hombros, el enojo en las mandíbulas. Contraemos nuestros músculos cervicales, contraemos nuestra mandíbula, y de esta manera continuamos dando cobijo al enojo y al temor. 

Hagan el siguiente ejercicio en algún momento del día en que se pesquen a ustedes mismos frunciendo el ceño: 

Congelen su rostro en esa expresión, no relajen el ceño, no hagan nada para modificarla. Así, con el ceño fruncido, lleven la atención a la mandíbula. Ahora relájenla. Verán que el ceño se relaja como por un acto reflejo. Relajen, pues, los músculos maseteros (son los músculos que dan movilidad a la mandíbula) y sentirán que el rostro entero se relaja. Sentirán, como consecuencia de esta relajación física, si están  atentos, una sensación de relajación “mental”.

Por qué sucede ésto?

Esto sucede porque están liberando, por un momento, las emociones que les causan el malestar y que allí se encuentran alojadas.
Relajando ciertos grupos musculares se liberan las emociones allí alojadas, y se van modificando, de esta manera, los pensamientos que generan esas emociones que contraen los músculos y allí se alojan.

De esta manera estarán debilitando, cada vez que hagan este ejercicio, el circuito de retroalimentación en el que muchos viven la mayor parte de su vida.

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